jueves, 10 de noviembre de 2016

" Sopa Castellana "


Es tiempo de cuchara, siempre lo digo. Este plato tiene tantas variantes como queramos, yo he probado muchas de ellas una vez incluso con mollejas de cordero pero la que realmente no se me olvidará nunca son las sopas con el caldo de cocer las morcillas. 

En el pueblo hace muchos pero muchos años hacíamos la matanza del cerdo, así fue como aprendí a destazar, y el caldo que sueltan las morcillas al cocerse es una auténtica bendición…  ahora como todo está prohibido no se aprovecha nada y lo tiran. 
Lo más parecido a este recuerdo es hacer la sopa incorporando una morcilla desmenuzada de sangre y cebolla, el resultado es impresionante. 
Hay quien las llama “sopas negras”

En este caso que nos acontece vamos a hacer la sopa con un sofrito de ajo y pimentón. 


Los ingredientes son muy fáciles: 




  • Una barra de pan hueco.  
  • Dos dientes de ajo.
  • Tres lonchas de jamón.
  • Un tozo de hueso de jamón.
  • Una pastilla de caldo de carne.
  • Una cucharada de pimentón dulce.
  • ½ cucharada de pimentón picante.



Ponemos a cocer como un litro de agua con el trozo de hueso de jamón y añadimos la pastilla de caldo, es conveniente que cueza al menos media hora a fuego medio.









Fileteamos  tres lonchas de jamón y damos cortes transversales para hacer los “tropezones”.















Cortamos la barra de pan en lonchas finas con el cuchillo de sierra, el de cortar pan.




















Colocamos las lonchas de pan en la cazuela de barro y cuando estemos a la mitad de altura repartimos los “tropezones” de jamón y continuamos colocando lonchas de pan hasta completar la cazuela.











Sofreímos lentamente los dientes de ajo fileteados, un diente de ajo en dos trozos, más finos se pueden quemar antes de tiempo,  y añadimos la cucharada de pimiento dulce y el pimiento picante, un refrito de unos segundos. 










Con una cacilla y mediante un colador de tela, vertemos el caldo en la sartén del refrito.

Esperamos a que comience a hervir y ahora repartimos el sofrito y de la sartén con un cucharón para que llegue a todos los rincones.
Una vez hecho esto, rectificamos de sal el caldo del hueso de jamón y de nuevo utilizando el colador de tela, vertemos el resto de caldo hasta que cubra el pan. 



A mí me gusta añadir el sofrito de pimentón antes y así cuando añado el resto del caldo, este reparte equitativamente el pimentón cuando discurre hasta el fondo.  



En este caso estoy utilizando una cocina de leña y horno precalentado a 150º, en cuanto cierre la puerta subirá hasta los  190º, más que suficiente para que en media hora el caldo se haya evaporado e incluso nos haya formado una pequeña costra de pan en el fondo de la cazuela, algo verdaderamente delicioso.



Se puede añadir medio tomate frito, en ese caso, sin jamón. También se puede echar unos huevos a la vez que el jamón y se cubren igualmente de pan, se hacen lentamente y vamos… no hay palabras para describirlo.
Recetas hay miles, millones, pero algo que no voy a cambiar es el amor, el cariño y el respeto por lo auténtico y tradicional. 







Desde el producto local pasando por el cariño en su ejecución recordando con estos platos de  dónde venimos, nuestros orígenes y quienes nos enseñaron el amor por la cocina.




Cuantas veces me habrá contado mi abuela como se lo preparaba a mi abuelo Vicente, no existían los hornos de ahora y para que quedaran tostadas, cerraba la cazuela con una tapadera de chapa y con las tenazas de  la cocina ponía encima ascuas para que calentaran la tapadera a modo  grill.


¡¡ Más que auténtico, genial !!

Venga… manos a la obra.              ¡¡ Ah, una cosa!!









De segundo plato  un 

huevo frito...

 “ pa untar pan”. 










NO HAY AMOR MAS SINCERO QUE EL AMOR POR LA COMIDA



Muchas gracias...







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